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Cantos de alabanza, rezo y mucha alegría, fue el clima que reinó durante las cinco horas que permaneció la Cruz de San Damián en la ciudad. El recorrido, finalizó con la Santa Misa celebrada por el padre Norberto, con una iglesia colmada de feligreses que vivieron intensamente la celebración, en algunos casos, con lágrimas en los ojos.
“La presencia de la cruz que bendijo el Papa Francisco en nuestra ciudad, tiene que marcar un antes y un después. Es una bendición que Dios nos regala y que debemos agradecer”, manifestó el párroco local, durante la misa.